Hans op the Beeck
La primera vez que tuve ocasión de contemplar una obra de el artista belga Hans op the Beeck fue con su video "Parade" (2012), en ésta nos hacía introducirnos en un mundo mágico, teatralizado, en el que el ser humano es parte integrante de ese escenario, convirtiendo tanto los momentos festivos como los trágicos en un gran desfile sobre la vida y la muerte. Acorde con la música los personajes van desfilando por el escenario a ritmo de vals, en el que somos testigos del pasar y tránsito que es la vida. De nuevo me hallo ante un nuevo trabajo del artista, en esta ocasión el Museo de Arte Moderno de Arnhem le dedica tres salas con sus tres correspondientes video-installaciones. Tres trabajos de su época más reciente de los que la primera nota a destacar y en común sobre todos ellos es su estética, trabajos en blanco y negro y toda su extensa gama de grises - colores con los que el artista se siente muy cómodo- y que nos sumergen en un mundo interior de paz y sosiego que nos lleva a reflexionar sobre diferentes aspectos de la vida.
En "Staging Silence 2" (2013) la puesta en escena es totalmente contraria a "Parade". Ahora el espectador se sumerge en un frío y oscuro espacio en el que no hay atisbos de vida humana, pero si en cambio grandes y solitarios escenarios realizados a partir de cotidianos elementos como pueden ser azúcar o simples botellas de plástico, que para nosotros sólo le damos el sentido de meros continentes del preciado líquido. Un trabajo de una fuerza estética tremenda que me remiten en cierta forma a las estampas japonesas, con esa elegancia de ambientes solitarios y profundos, como es el caso de un pasiaje formados por montones de azúcar y ramas que se convierten en fantásticos caminos de nieve. No menos bello e impactante es la imagen resultante de la visión del perfil de una ciudad, pongamos por caso una gran ciudad cosmopolita, con todos sus rascacielos que podemos ver a través de un cristal traslúcido, resultado de un minucioso trabajo de ir superponiendo y colocando sobre una superficie acuática recipientes de plástico; todos juntos nos dan la imágen de una gran ciudad. Minutos después sigue transcurriendo el pequeño film y de nuevo sus manos trabajan a la manera de un teatro de marionetas, construyendo un espacio todo definido por tabletas de chocolate, suelo y paredes de texturas de las onzas de chocolate. El artista esta vez nos deja adentranos en su obra viendo como trabaja su mano y como va colocando sobre el escenario los diferentes elementos; pero el resultado es, ¿ficción ó realidad?
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