jueves, 12 de enero de 2017

Cecilia Gala. "Butoh"

Butoh. Cecilia Gala pura conciencia "butohista"

Recientemente en Paris acudí a ver una representación en la casa franco-japonesa de un espectáculo de Danza Buto. Poco sabía yo hasta ese momento, tan solo unas pequeñas nociones. En mi afán de curiosidad - a parte de mi cariño especial por una de las bailarinas-, entré dispuesta a "darlo todo" como se dice en los vastos ámbitos de la vida. Cual fue mi sorpresa al encontrarme un espectáculo muy digno, elegante, pero sobre todo en el que no sales indemne. Aludiendo a un dicho mexicano " me hicieron mover el tapete", mi cabeza comenzó a trabajar a velocidades desorbitadas, justo al contrario que los movimientos acompasados y tan minuciosos a la vez que casi imperceptibles de los bailarines.



Donde empieza la improvisación? Donde finalizan los pasos coreografiados, meditados? 
Tienen una técnica tan depurada y exquisita, que el espectador no capta cuales son improvisados y cuales han sido realizados bajo una coreografía. El danzarín de butoh trabaja con ambas técnicas, produciendo escenas  que provocan grandes reflexiones en el espectador. El Butoh tiene mucho de espiritual, aunque mi percepción fue de un trabajo extraordinario de poder de la mente y la conciencia sobre el cuerpo, llegando casi incluso momentos catárticos. Los movimientos que van surgiendo vienen de las entrañas del bailarín. La música es un acompañamiento, pero lo verdadero importante es el cuerpo - en la mayoría de los casos desnudo o semi desnudo, símbolo tan oriental de la filosofía de los dicotómicos yin-yan, del arraigo a la tierra y su contraparte su cosmos espiritual-celestial.


Como bien lo define Cecilia Gala el “butoh” tiene mucho de visceralidad e improvisación. No es danza, pero tampoco expresión corporal, conceptos ambos muy amplios yen su existencialidad, pero si se puede decir que el butoh Incluye tanto en sus aspectos técnicos mucho de ambas,; podría definirse como   movimiento en su máximo exponente. La gran expresividad lleva al puro deleite del artista. No se en  que momento me pierdo o se pierden con movimientos espasmódicos, vibrantes, a veces de tal magnitud en su lentitud, que estas esperando con no cierta angustia de lo que pueda suceder.  De ahí que para algunos sea una pantomima y para otros sea una evolución dentro de la danza.
Estas pequeñitas piezas de performance nos  hablan de  algún determinado concepto? Una Palabra? Un sentimiento? No se..., pero esto no tiene la mayor importancia, ya que soy de las que pienso que ante ciertas disciplinas artísticas contemporáneas, aunque haya una idea profunda detrás, el espectador es parte culminante de la obra, y el deleite o disfrute estético u/o mental tiene mucho que ver con nuestra actitud…


De oriente beben en su magnitud y quietud de aquellos movimientos acompasados, suaves que combinados con otras técnicas  menos ancestrales conforman un todo  complejo. Es pura concentración, cada pequeña partícula del cuerpo esta en puro reposo o en máxima tensión. En cuanto a su estética no solo tienen de referente a Oriente, algunas de sus imágenes de lo "grotesco" lo "feo" , "la cruenta realidad del ser humano" tiene su origen en movimientos de vanguardia europeo como son el expresionismo alemán, -tan    crudo y veraz en sus representaciones-.

El butó o butoh surgió en Japón en 1959 de la mano de Tatsumi Hijikata -muy influido por Baku Ishi, el padre de la danza moderna japonesa- llevó a escena en su obra Forbidden Colours un texto de Mishima que abordaba el tema tabú de la homosexualidad. La sorpresa fue aún mayor cuando en mitad de la representación una gallina era estrangulada entre las piernas de un hombre acurrucado. La escasa politización de la danza en Japón durante la ocupación norteamericana liderada por Douglas Mac Arthur-a diferencia del Kabuki, castigado por la moralizante reforma Meiji y más tarde mirado con sospecha y sometido al escrutinio de la censura norteamericana- permitió la experimentación en este campo, que culminó con Forbidden Colours. En colaboración con Kazuo Ohno, Hijikata creó un estilo influido por las danzas rurales japonesas -como reacción a la occidentalización que sufrió la escena nipona durante la ocupación- .

Otro factor a tener muy en cuenta fue el suceso tan terrible y las no menos apocalípticas consecuencias  de la bomba atómica. A partir de ahí surge una conciencia de humanidad muy fuerte que echa sus raíces en este arte preocupado por las sutilezas del alma, un alma que no quiere agradar -de ahí lo grotesco de sus imágenes- sino expresarse. Las imágenes de personas devastadas física y psíquicamente, la marcha de millones de japoneses degradados en su esencia, cuya estampa de muertos vivientes con un largo y lento caminar hacia un futuro incierto, fueron de gran influencia para esta nueva danza que surgía en el ocaso de los años 50. 

Cecilia Gala es una de las grandes estudiosas hoy en día de la danza butoh. Su trayectoria comenzó como bailarina de clásico, pasando posteriormente por estudios en danzas españolas, jazz, contemporáneo, llevándola a graduarse por la Universidad de Madrid en Artes escénicas, Teatro y Danza, culminando sus estudios con un máster coronado con un estudio profundo en esta nueva técnica de danza. Desde entonces ha recorrido diferentes lugares como Grecia, Argentina, Francia, Alemania, entre otros,  siguiendo a bailarines de butó y aprendiendo con ellos.
Su constancia, perseverancia, trabajo exhaustivo la han hecho encontrar en el butoh un medio para mostrarnos todo aquello del interior del ser humano. Gala tiene una excelente condición física, sin la cual no podría ejercer esta técnica tan dura en cuanto al extremado control que se requiere ejercer sobre la mente, y de esta manera el cuerpo transmita pausados e inapreciables movimientos de los cuales Cecilia es una experta, gracias a su incansable ganas de mejora e aprendizaje. Su elegancia en cada paso configuran un paisaje de tímidos pero firmes gestos corporales que van desprendiendo  su inmensidad espiritual y personal y consiguen sumergirse en el espectador de tal manera que llegas a sentir esa fragilidad de la materia corpórea.  
!Sin mas, un puro deleite para los sentidos!